sábado, 17 de julio de 2010

Matrimonio Homosexual / El sentido del Amor


Creemos en el Amor verdadero? Si creemos en el amor verdadero entonces no podemos ser capaces de obligar a ocultar, negar, reprimir y desechar a dos personas que se Aman verdaderamente. El Amor no es algo negativo, no es algo perjudicial para el hombre o para la sociedad, más bien todo lo contrario, el Amor impulsa al hombre a mejorar, a crecer, a alcanzar lo que se desea. El Amor hace feliz a los hombres. El Amor es sustantivo por lo tanto es estático, mientras que amar es verbo y por lo tanto es dinámico, es una conjugación, es acción, es predisposición y es decisión. Amar es sentir por la otra persona, es pensar en la otra persona, es interesarse por la otra persona. Amar significa compartir con el ser amado absolutamente todo, es dar confianza a la persona amada, es dar seguridad, es pensar positivamente que el amor no se va a acabar sino que cada día se hará mayor. El Amor no mide colores, tamaños, clases, generos, razas, especies, el Amor es Amor, es encontrar en el "otro" lo que tanto buscas.

¿Cómo puede ser entonces que Amar sea un pecado condenable? Si Jesús nos pidió que nos amemos unos a los otros, nunca será entonces un pecado, por lo tanto, ¿por qué condenar a dos personas que se aman profundamente a no amarse como lo desean y se merecen? Es ahí donde llegan los “chupa” sirios y establecen con vehemencia que no se condena al hombre que ama, sino al acto sexual que comete esa persona. Veamos por qué. Lo que dicen los Evangelios al respecto es lo siguiente, en Gálatas 5:19-21 el apóstol Pablo escribe: “y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no herederán el reino de Dios”. Para la Iglesia la “fornicación” es pecado tan grave que nos puede traer la consecuencia de la muerte eterna, en Apocalipsis 21:8 nos advierte: “pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”. No es entonces tan grave la “fornicación” entre hombres o mujeres con alguien de su mismo sexo, la Iglesia pretende el celibato o en su consecuencia, tener relaciones solo dentro del ámbito matrimonial. Pero entonces, ¿si dos hombres se aman mucho pero no tienen relaciones sexuales, no estarían pecando y eso sería permitido? Aunque suene extraño, no lo sería, porque según la Iglesia uno puede tener inclinaciones, tendencias, pero si las reprime, entonces no está pecando y uno se "salva" de la condena. Una estupidez grande como el universo, te enseñan a reprimir lo que sentis, a sufrir, a soportar, a no ser quien queres ser. Que el problema sea gozar de la carne es disminuir un sentimiento a la nada, y dejar de lado cosas que si son importantes, como la "clase" de persona que cada uno es: si es buena o mala, si es justa o injusta, si es noble o innoble, si ama realmente o simula amar, si pretende el bien común o el egoísmo personal.

Si el Amor es una fuerza liberadora, no podemos condicionarlo todo el tiempo con tantas reglas deficientes, con tantas leyes excluyentes, con tantas moralinas retrogradas, con tanta historia y prohibición contraria a la felicidad del hombre. Es que de ninguna manera debemos encarcelar al Amor, ponerles pesadas cadenas para reprimirlo, llenarlo de infelices anatemas que lo encasilla y debilita al hombre sin sentido. El problema en todo esto es la falsa moral del cristianismo, no de Cristo, no de lo que puede interpretarse de las escrituras, sino, de lo que nos obliga a creer la Iglesia, esa Iglesia que ajustició a personas por tener otras religiones, que prohibió el matrimonio interracial, por considerar a otras razas inferiores al hombre Europeo, que obligo a flagelarse, a soportar lo insoportable, a mirar hacia otro lado, a agachar la cabeza, una institución que consideró animal, bestia, mono a los habitantes de América, que defiende torturadores y persigue al pobre que roba o se queja. Como diría Nieztsche: “El cristianismo tomó partido por todo lo que es débil, humilde, fracasado; hizo un ideal de la contradicción a los instintos de conservación de la vida fuerte, estropeó la razón misma de los temperamentos espiritualmente más fuertes, enseñó a considerar pecaminosos, extraviados, tentadores, los supremos valores de la intelectualidad. El ejemplo más lamentable es éste: la ruina de Pascal, que creyó que su razón estaba corrompida por el pecado original, cuando sólo estaba corrompida por su cristianismo”

Si creemos en el Amor verdadero, el Amor no debe ni puede sofocarse en ningún momento, o en ninguna expresión donde se manifieste. O entonces tenemos una definición de Amor errada o somos unos hipócritas.

¿Quién detenta la potestad de determinar qué está bien o qué está mal en el mundo? Nadie tiene ninguna potestad sobre los sentimientos de otra persona, ni un juez, ni un policía, ni un Coronel, ni un sacerdote, ni un rey, por lo tanto, nadie puede dirigir o controlar nuestros deseos y sentimientos. Amor vigilado, controlado, dirigido deja de ser amor verdadero y pasa a ser abuso, condición, obligación. Los motivos que sustentan las decisiones la realiza la conciencia del hombre, como facultad específica emite los juicios prácticos sobre lo que es bueno o malo, recto o desordenado, conveniente o inconveniente. La ética, entonces, supone una conducta y toda conducta tiene normas o criterios a los que tiene que ajustarse. Estos criterios son establecidos por la conciencia moral del individuo. Es allí donde se fijan las relaciones de conveniencia o disconformidad con los principios y los hechos. En algunos casos la conciencia moral de un individuo puede que esté objetivamente equivocada y que el criterio por el que se rige sea falso; pero el hombre debe atenerse al mismo para obrar de una manera coherente con lo que piensa, y de no seguir ese criterio sería una decisión moralmente errónea. De cualquier manera el hombre no está solo, vive en sociedad, y son las leyes, los derechos los que reglamentan el comportamiento del hombre, quitándole libertad por un lado, pero permitiéndole convivir con sus pares. En ningún caso estas leyes están dictadas por una divinidad, el derecho positivo emana del hombre y es para el hombre. Este derecho positivo está aprobado por convención, por lo tanto, puede irse modificando según pasen los años y las opiniones de aquellos que lo formulan cambian. No es algo estático, algo eterno, Dios tiene sus leyes que aplicará en su momento, el hombre tiene sus leyes que aplica en la tierra, pues reglamenta y ordena a los hombres en la tierra.

Pensemos un segundo, un mundo donde el amor se manifiesta de una manera determinada, es un mundo condenado a la ruina, al odio, a la violencia, a la marginación, a las diferencias, por lo tanto, condenado a la desaparición. Un mundo donde el amor no puede manifiestarse libremente, es un mundo oscuro, fracasado, hipócrita, represivo, explotador, una tierra en donde nada puede florecer de ninguna manera.

Nadie puede obligar a amar a alguien, como tampoco le puede prohibir a alguien querer si así lo desea y de nadie abusa, a nadie obliga, ni lastima.

No hay mejor cosa para una persona que llegar a amar algo verdaderamente, sea un ser humano, una idea, un sentimiento, un estado, un momento, una situación. No hay nada mejor que encontrar un amor verdadero, real para sentirnos felices y plenos. Amar es un acto que saca al poseedor de ese sentimiento de la mediocridad cotidiana en la que vive, y le hace buscar, salir, andar por los caminos más plenos de la vida

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