jueves, 3 de junio de 2010

Israel, el frente de Occidente.

¿Quién habla de religión? ¿Quién compra o vende nuestra libertad al peso? Sobre la sal flotan cadáveres clavados en el agua. La mar nos lo reitera. Que ni todo lo bueno tiene porqué albergar algo malo, ni lo malo significa nada bueno. La debacle de occidente ha empezado en las escuelas, a ellas se suscribe la inocencia soportada por la terrible ingenuidad de unos padres cansados de tantas fiestas prematuras. Sobre sus piernas soportan sus vidas sin propósito, atrapadas en un tiempo que corre a deshora, cautivas del negocio más ruin, encerradas bajo el laicismo y la complicidad de quienes inyectan la felicidad a golpe de consumo y sed, de dependencia. ¿Dónde está Israel? ¿Quién parlamenta sobre aquella pequeña nación democrática ubicada en plena selva de arena? ¡Insubordinados! Mira que atreverse a no claudicar... Ya actuaron así naciones como España, cuando en el transcurso de otros tiempos y batallas algún genio perdió un brazo, para luego acabar plasmando El Quijote con el que le restaba. “La libertad, querido Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos”. Ahora soplen, soplen fuerte, que esto les va a doler. Que Jesús se explayó antes de ser asesinado tanto por culpa de unas manos limpias como por causa de unas bocas sucias. “El mal no habita fuera de nosotros”, nos dijo entre otras cosas,” el mal está en el hombre”. ¿Quién habla de buenos y malos sino de buenas y malas obras?

Y cinco buques cruzaban el Mediterráneo bajo el cobijo que otorga la bandera de la presunta acción humanitaria. ¿Quién acusa a la humanidad de la confrontación de las religiones y no del silencio ante la trampa que ocultan algunas de ellas? ¿Dónde prosigue activa la Segunda Guerra Mundial sino en las fronteras de Gaza y Cisjordania? Allí el islamismo radical alimenta un odio que naufraga una y otra vez. Allí los judíos cumplen con la larga penitencia de soportar los pilares de occidente. ¿Me hablan de convivencia? Ni sudor ni sangre, ni yagas por cerrar, ni lanzas que demuestren la verdad. Los medios de comunicación juegan su baza, porque a veces una sonrisa y una promesa calan más en los colmados estómagos del populacho televidente que todas las muertes derramadas. Mira que sacrificar su vida en vano... ¡Comentan los canallas mientras comen pipas en un confortable “chaise longue”! Chamberlain retornó con la firma de Hitler, de nada sirvió la rúbrica de un asesino, como tampoco la de un hombre sin corazón, cerebro ni palabra. Así, Moratinos nos representa hoy, con desvergüenza, en este juego de intereses incomprensibles, como una marioneta más asida por quién sabe qué oscuras y envejecidas manos.

¿Todo vale? No soportan los genios de las logias y el consumo el que alguien sacrifique su vida por el bien del prójimo. El sacrificio implica convicción y valor, tan escasos. Por ello resultan tan ingratos los cementerios. Normandía se reprime y aún hay quien celebra la derrota de Estados Unidos en las selvas de Vietnam. La trampa de la corrupción pudre las naciones de Europa, acuciadas ya por una pobreza moral sin referente desde la muerte de Cristo. No dudes que tratarán de callar las voces de los emprendedores o silenciarán los cañones de la palabra si con ello consiguen que los barcos de la infamia atraquen en sus puertos. Hay quien ha concebido el terrorismo como un juego de azar semejante a la inquietante mano de un pirómano. Y la batuta la poseen quienes pregonan sus máximas tras guardaespaldas, primas y privilegios. Que un autobús explote en el corazón de Israel se justifica, porque hoy prima la lucha contra la presunta opresión de las naciones, aun por encima de la libertad de los ciudadanos que los habitan. Hay que controlar a las masas, no sea que descubran el pastel y conozcan que su libertad no está garantizada. Por ello se obstinan en continuar mezclando a las víctimas con los verdugos para así acabar haciendo relativa hasta la propia vida humana.

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