sábado, 14 de agosto de 2010

Las casas de Pablo



"Yo construí la casa.
La hice primero de aire.
Luego subí en el aire la bandera
y la dejé colgada
del firmamento, de la estrella, de
la claridad y de la oscuridad".
De este modo empieza el poema de Pablo Neruda a su casa de Valparaíso: 'La Sebastiana'. La última adquirida por el poeta aunque fue arreglada, vestida y completada con el mismo mimo que empleó para 'La Chascona' en Santiago de Chile o 'Isla Negra', en el paraíso costero con idéntico nombre.
Las casas del artista son un reflejo vivo de sus amores y desamores, de sus fortalezas y debilidades, de sus pasiones y odios, de sus hábitos y excentricidades... De esa personalidad que impregnó cada rincón de las viviendas.
La Fundación Pablo Neruda explica que en el año 1939, Neruda buscaba algún refugio para escribir el proyecto de 'Canto general'. Con esta motivación, el poeta y su segunda mujer, Delia del Carril,encontraron una casa pequeña en una caleta de pescadores, prácticamente desierta. Neruda se enamoró de las vistas de esta vivienda, que fue ampliando a lo largo de los años con sus ideas arquitectónicas según el dinero disponible o la necesidad de una habitación nueva.
Cada casa muestra una personalidad propia atendiendo a los deseos de su dueño: 'Isla Negra' recuerda a un gran barco, siempre capitaneado por Neruda; 'La Sebastiana' emula las pendientes de las coloridas calles de Valparaíso; y 'La Chascona' recupera el entorno de la infancia del poeta en el sur de Chile.
Las estancias de 'Isla Negra' están todas orientadas hacia el Pacífico. Desde su dormitorio, Neruda controlaba los movimientos de las olas arañando la playa de tosca arena donde acababa su propiedad. Como el capitán de un barco, observaba el ir y venir del agua con un catalejo que aún permanece en la mesilla de su cuarto. De hecho, no faltan los grandes ventanales en ninguna de las tres casas. Siempre con la misma idea de poder disfrutar del océano o la naturaleza, dependiendo de su ubicación.
Lejos de la sencillez que marcó su obra poética, Neruda recargó sus viviendas con una enorme variedad de colecciones: desde botellas de vidrio, insectos, miniaturas hasta grandes mascarones de proa... Todo tiene cabida en la vida del poeta, un auténtico coleccionista que desayunaba cada mañana con la esperanza de encontrar algo nuevo en la sección de anuncios del diario para su gran surtido de objetos.
'La Chascona', comprada en 1952, fue bautizada con esta palabra quechua que significa "pelo desordenado" o "despeinada" en honor al apodo con el que llamaba Neruda a su tercera y última esposa: Matilde Urrutia. La casa, un canto al amor por esta mujer con la que también compartió desde el principio 'La Sebastiana' de Valparaíso, adorna sus ventanas con rejas que entrelazan las iniciales de los nombres de la pareja: P y M.
Las paredes de sus hogares son testigos también de su amistad con la Generación del 27. Cuando vivía en España Neruda se implicó con la causa de los republicanos cuando estalló la Guerra Civil y tras sufrir la muerte de amigos como Federico García Lorca desarrolla desde Francia el proyecto humanitario que salvó la vida de más de 2.000 españoles exiliados con su ayuda a Chile.
Días más tristes aguardaban al poeta en su propio país muchos años después. Tras la esperanza puesta en su trabajo político junto a su amigo Salvador Allende, Pablo Neruda viviría, ya enfermo de cáncer de próstata, la muerte de Allende acaecida con el golpe militar de Augusto Pinochet. Doce días después, el 23 de septiembre, invadido por la tristeza y "con el corazón roto" muere Pablo Neruda.
'La Chascona' veló el cadáver del poeta tras su muerte. 'Isla Negra' custodia altiva los restos del artista chileno y su última mujer. Pero es el poema a 'La Sebastiana' el que deja claro que:
"Algo pasa y la vida continúa.
La casa crece y habla..."


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