MARBDN AHORA FUERTEVENTURA
DURA COMO UN DIAMANTE, Y TAN SENSIBLE COMO LAS ALAS DE LAS MARIPOSAS .....
domingo, 10 de junio de 2012
"Procura no herir tu corazón en su escarcha.
No dejes que se enrede en el reloj el azul de tus ojos. "
(COMO SIEMPRE QUE LEO EL LIBRO, O VISIONO LA PELÍCULA LLORANDO POR TANTOS Y TANTAS MUERTES EN MANOS DE GOLPISTAS ASESIN@S, ENTRE L@S PEORES COMO SIEMPRE CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO)
Hablar de La voz dormida, de Dulce Chacón, es hablar de la verdad, de nuestra historia, de la opresión de una dictadura, de una sociedad deshonesta con sus muertos que calla y no despierta para hacer justicia.
La obra nos cuenta una historia durante los primeros años de la posguerra en una cárcel para mujeres. Consta de unos diálogos exquisitos, bien trenzados que abren un espacio de reflexión profunda. Estremece el corazón ver el dolor de unas mujeres encarceladas y a punto de morir por un crimen que nunca cometieron, y enorgullece ver el coraje y el valor inmensurable de unas reclusas que se quieren, que se cuidan y se animan las unas a las otras bajo el constante miedo que les produce la presencia de unas carceleras cada vez que entran en sus celdas. Entre los muros de la prisión hay mujeres heroicas que enseñan a leer y escribir a sus compañeras. Otras muchas van siendo conscientes de lo que de verdad es la dictadura allí mismo, en la cárcel, cuando apenas les quedan unos días para ser cobardemente asesinadas.
La obra muestra el profundo dolor vivido por los muertos de familiares en ambos bandos durante la guerra, pero sobre todo, del holocausto llevado a cabo en las cárceles franquistas contra el bando republicano. Habla de mujeres a las que les fue robada la dignidad, las mismas que nunca pidieron perdón porque no había nada que perdonar, ni que reprochar, excepto la pérdida de la democracia por una guerra que nunca empezaron, y que ganó la tiranía de una dictadura por el apoyo de otros países.
La película es especialmente conmovedora. Llorar se llora, y mucho. Se llora por la verdad que aporta, tan dura que parte el corazón. Es fidedigna gracias al trabajo de investigación que realizó Dulce para escribir el libro con las mujeres que sobrevivieron a ese espantoso y vergonzoso episodio de nuestra historia. Y ahora, pensando en todas ellas, no puedo dejar de preguntarme si aquellas mujeres que sobrevivieron no murieron cuando sus padres fueron asesinados y enterrados en un lugar que desconocen, cuando sus hijos y maridos fueron torturados y hechos desaparecer, cuando les robaron lo que más querían, su vida.
Se recomienda ver o leer "La Voz Dormida" como medio para despertar de una incompleta realidad. Esta obra maestra es una ventana abierta para que todos aquellos que no vivimos ni sufrimos la represión, despertemos, y hagamos que la voz dormida de nuestros padres y abuelos por fin hablen de las injusticias y de las vidas quebradas, de los sueños truncados, de sus muertos. Se lo debemos a ellas, a todas y todos. Y con todo esto que aquí digo no trato de hacer apología de la venganza, no señores y señoras, no me malinterpreten. Y para que quede claro, cito una frase de Dulce para que el lector comprenda a dónde quiero llegar: “no es ira ni revancha, sino un deseo legítimo de recuperar una memoria olvidada y secuestrada”.
Al igual que como se sentía la ya fallecida Dulce Chacón, las generaciones del ahora nos tenemos que sentir responsables del silencio de nuestros padres y abuelos, no podemos permitir que el silencio les corroa por dentro sin al menos intentar que sean oídos. “Sólo nos queda el recuerdo y el dolor”, dice el diálogo de la obra. Y así es, a todos los que perdieron la guerra solo les quedó el recuerdo y el dolor, y en muchos casos la soledad. Es hora de hacer despertar nuestras voces dormidas, y la de los supervivientes de la represión franquistas, de romper el silencio para que todo el mundo sepa el sufrimiento que pasaron, y así, que nunca más se vuelva a repetir. Es hora de recuperar nuestros muertos, porque a diferencia de antes, ahora los muertos sí nos pertenecen.
Las nuevas generaciones tienen el deber de conocer lo que de verdad le pasó a nuestro pueblo, y las víctimas tienen el derecho de cerrar una herida cuando den una sepultura decente a sus muertos. Solo así, cuando se recuperen a los difuntos de las fosas comunes, y las víctimas terminen de contar la verdad de lo que pasó, solo así la Guerra Civil acabará.
"A los que se vieron obligados a guardar silencio", reza la primera frase de la obra. A los que vivieron la represión de unos años difíciles. A los que lucharon por unos ideales, sus ideales. A las madres, esposas, novias, hermanas o hijas.
No dejes que se enrede en el reloj el azul de tus ojos. "
(COMO SIEMPRE QUE LEO EL LIBRO, O VISIONO LA PELÍCULA LLORANDO POR TANTOS Y TANTAS MUERTES EN MANOS DE GOLPISTAS ASESIN@S, ENTRE L@S PEORES COMO SIEMPRE CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO)
Hablar de La voz dormida, de Dulce Chacón, es hablar de la verdad, de nuestra historia, de la opresión de una dictadura, de una sociedad deshonesta con sus muertos que calla y no despierta para hacer justicia.
La obra nos cuenta una historia durante los primeros años de la posguerra en una cárcel para mujeres. Consta de unos diálogos exquisitos, bien trenzados que abren un espacio de reflexión profunda. Estremece el corazón ver el dolor de unas mujeres encarceladas y a punto de morir por un crimen que nunca cometieron, y enorgullece ver el coraje y el valor inmensurable de unas reclusas que se quieren, que se cuidan y se animan las unas a las otras bajo el constante miedo que les produce la presencia de unas carceleras cada vez que entran en sus celdas. Entre los muros de la prisión hay mujeres heroicas que enseñan a leer y escribir a sus compañeras. Otras muchas van siendo conscientes de lo que de verdad es la dictadura allí mismo, en la cárcel, cuando apenas les quedan unos días para ser cobardemente asesinadas.
La obra muestra el profundo dolor vivido por los muertos de familiares en ambos bandos durante la guerra, pero sobre todo, del holocausto llevado a cabo en las cárceles franquistas contra el bando republicano. Habla de mujeres a las que les fue robada la dignidad, las mismas que nunca pidieron perdón porque no había nada que perdonar, ni que reprochar, excepto la pérdida de la democracia por una guerra que nunca empezaron, y que ganó la tiranía de una dictadura por el apoyo de otros países.
La película es especialmente conmovedora. Llorar se llora, y mucho. Se llora por la verdad que aporta, tan dura que parte el corazón. Es fidedigna gracias al trabajo de investigación que realizó Dulce para escribir el libro con las mujeres que sobrevivieron a ese espantoso y vergonzoso episodio de nuestra historia. Y ahora, pensando en todas ellas, no puedo dejar de preguntarme si aquellas mujeres que sobrevivieron no murieron cuando sus padres fueron asesinados y enterrados en un lugar que desconocen, cuando sus hijos y maridos fueron torturados y hechos desaparecer, cuando les robaron lo que más querían, su vida.
Se recomienda ver o leer "La Voz Dormida" como medio para despertar de una incompleta realidad. Esta obra maestra es una ventana abierta para que todos aquellos que no vivimos ni sufrimos la represión, despertemos, y hagamos que la voz dormida de nuestros padres y abuelos por fin hablen de las injusticias y de las vidas quebradas, de los sueños truncados, de sus muertos. Se lo debemos a ellas, a todas y todos. Y con todo esto que aquí digo no trato de hacer apología de la venganza, no señores y señoras, no me malinterpreten. Y para que quede claro, cito una frase de Dulce para que el lector comprenda a dónde quiero llegar: “no es ira ni revancha, sino un deseo legítimo de recuperar una memoria olvidada y secuestrada”.
Al igual que como se sentía la ya fallecida Dulce Chacón, las generaciones del ahora nos tenemos que sentir responsables del silencio de nuestros padres y abuelos, no podemos permitir que el silencio les corroa por dentro sin al menos intentar que sean oídos. “Sólo nos queda el recuerdo y el dolor”, dice el diálogo de la obra. Y así es, a todos los que perdieron la guerra solo les quedó el recuerdo y el dolor, y en muchos casos la soledad. Es hora de hacer despertar nuestras voces dormidas, y la de los supervivientes de la represión franquistas, de romper el silencio para que todo el mundo sepa el sufrimiento que pasaron, y así, que nunca más se vuelva a repetir. Es hora de recuperar nuestros muertos, porque a diferencia de antes, ahora los muertos sí nos pertenecen.
Las nuevas generaciones tienen el deber de conocer lo que de verdad le pasó a nuestro pueblo, y las víctimas tienen el derecho de cerrar una herida cuando den una sepultura decente a sus muertos. Solo así, cuando se recuperen a los difuntos de las fosas comunes, y las víctimas terminen de contar la verdad de lo que pasó, solo así la Guerra Civil acabará.
"A los que se vieron obligados a guardar silencio", reza la primera frase de la obra. A los que vivieron la represión de unos años difíciles. A los que lucharon por unos ideales, sus ideales. A las madres, esposas, novias, hermanas o hijas.
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